lunes, 16 de junio de 2008

Evolución del Tango, y su mayor esplendor: década del 40


“el tango es un pensamiento triste que baila”
Ernesto Sábato, "Tango, discusión y clave "


En la década del 20, el tango comienza a ejecutarse en cafés populares, cines y teatros; pasando de ser la música del prostíbulo, a dar lugar a una industria del tango. Luego de que Gardel contribuyera a su consagración en París, el hasta ese entonces vil reptil de lupanar (Leopoldo Lugones) comienza a ser aceptado en la burguesía y oligarquía argentinas. Las clases altas, sin embrargo, “nunca deglutieron el vulgarismo y la cursilería de sus letras” (Eduardo Romano). Surgieron numerosos tangos-canción que hablaban, o hacían alusión a París, para ejemplificar:
“Tirao por la vida de errante bohemio
estoy, Buenos Aires, anclao en París.
Cubierto de males, bandeado de apremio,
te evoco desde este lejano país.”

Entre las décadas del 30 y del 40 este estilo musical cobra una gran importancia en Buenos Aires, en palabras de Oscar Conde “nada en la ciudad era ajeno al tango”. Personas de todas las edades se sintieron atrapadas por el tango, incluyendo a la juventud, que estaba interesándose por la rumba, el fostrot y el bolero. Este interés de la juventud, puede deberse en parte al cambio de compas de la orquesta de D’Arienzo que pasa del 4x8 al 2x4, retornando al compás rápido de los comienzos.
Entre las décadas del 30 y del 40 este estilo musical cobra una gran importancia en Buenos Aires, en palabras de Oscar Conde “nada en la ciudad era ajeno al tango” Personas de todas las edades son atrapadas por el tango, incluyendo a la juventud, que estaba interesándose por la rumba, el fostrot y el bolero.. La orquesta de D’Arienzo, cambia de compras, pasa del cuatro por ocho al dos por cuatro, retorna al compás rápido de los comienzos.
La década de los 40 imprime una gran transformación en el Tango. En ese entonces se produce una revolución orquestal muy importante, se popularizan las milongas, se impone la música en las radios, como así también en el cine, lugar en donde se exaltan sus figuras (ej.: “El tango vuelve a París”, “La historia del Tango”, “Derecho Viejo”, “La doctora quiere tangos”, etc.). Además, nace el estudio de su historia.
Con la muerte de Gardel nacen nuevas voces y timbres vocales amparados por la calidad de los acompañamientos que supieron destacarse. Entre los jóvenes representantes de la década del 40 pueden destacarse: Mariano Mores, Osmar Maderna, Hector Stamponi, José Dames y Alberto Suarez Villanueva entre otros.
En 1943, el decreto de Ramírez (ver: la censura en el Tango) censura palabras lunfardas y otras como “cabaret”, vocablo francés que significa taberna. Jorge Palacio nos da tres ejemplos de letras de tango que fueron cambiadas a causa de la censura: En el tango "Griseta" (1924, Castillo), cuando dice: "En el loco divagar del cabaret", se debía cambiar por: "En el loco divagar del barrio aquel". En "Moneda de cobre" (1942, Sanguinetti), según los versos originales: "Cumpliste 20 años en un cabaret" debía decir: "Cumpliste 20 años, total para qué". Y en "Mano cruel" (1928, Tagini), en vez de decir: "Hoy te he visto a la salida de un lujoso cabaret", se debía cantar: "Hoy te he visto a la salida de una fiesta de oropel”.
Es importante mencionar, que el avance y auge de este estilo musical coinciden con otro ascenso, el de una clase social hasta el momento ignorada. Así, a diferencia de las décadas precedentes, aquellos inmigrantes y personas de las clases más populares de la ciudad empiezan a tomar un lugar más destacado, saliendo del lugar marginal mostrando sus intereses y apareciendo en el ámbito cultural. Desde esta perspectiva, tomamos al autor Juan Waldemar Wally, que en su texto “Generación Argentina de 1940 – Grandeza y frustración”, demuestra que en la década de los 40 se produce en la Argentina una revolución cultural que muestra un nacionalismo con valores tales como la “justicia social” y la “soberanía integral”, entre otros.
Asimismo, esta revolución cultural (que lógicamente incluye al Tango) permite el avance de un nacionalismo profundo, que a su vez se refleja luego en acontecimientos políticos como lo es el Peronismo. Esto no indica que sólo la revolución cultural llevó a gobiernos como los de Perón, ya que también en el surgimiento de un partido de masas como el mencionado, convergen muchísimos factores económicos y políticos tanto nacionales como internacionales y resultaría muy pobre destacar sólo el ámbito cultural. De igual manera, lo que Wally trata de subrayar en su texto es que en la cultura se podían observar indicios de aquellas nuevas necesidades del pueblo y de aquellos nuevos valores en la sociedad. El autor trata de invitarnos a la reflexión de permitirse pensar qué era lo que se buscaba, quiénes hablaban, que se decía y que se pedía en el ámbito cultural, para así poder entender un poco mejor, como es que esos factores culturales pueden transformarse luego, en el reflejo de una realidad política. Se busca explicar entonces, que ámbitos tan distantes como la Política y la Cultura pueden mixturarse para formar una sola realidad.
El gobierno peronista, dentro de su aparato publicitario destacaba la posibilidad de acceso al consumo cultural de las familias obreras. Éstas pudieron acceder a espacios antes destinados únicamente a clases medias-altas como el Teatro Colón.
Se produjo también un movimiento de revalorización de la cultura argentina, del que si bien tenía como figura principal al gaucho, el tango formó parte de la misma. Por un lado a causa de que su surgimiento se produjo en Buenos Aires y también por representar a la Argentina en el mundo, ya que en Europa contaba con una gran aceptación. Por la época se decía que Argentina no sólo exportaba granos y carne, sino también costumbres (Goyo Cuello, Caras y Caretas).
Las letras de los tangos presentaban la cosmovisión imperante en la época, los "rasgos esenciales del país: el desajuste, la nostalgia, la tristeza, la frustración, la dramaticidad, el descontento, el rencor y la problematicidad” (Sábato).
Los “porteños” buscaban en los tangos un reflejo de lo que les estaba pasando, reflexiones existenciales o fórmulas para la vida. Podemos verlo en Cambalache, de Discépolo, que habla de la sociedad del siglo XX: “¡Todo es igual, nada es mejor/ Lo mismo un burro que un gran profesor!” o en otra estrofa: “el que no llora no mama / y el que no afana es un gil”.
Tangos como el de Vedan (1927) “Adiós Muchachos”, reflejaban la importancia que tenía la fe cristiana en la época, por ejemplo en los versos: “Es dios el juez supremo/No hay quien se le resista/Ya estoy acostumbrado/Su ley a respetar”.
Versos que muestran la frustación y el descontento que también eran parte de la nostálgica personalidad argentina, pueden ser los de Discépolo en “Yira Yira” (1930): “Cuando la suerte qu' es grela,/fayando y fayando/te largue parao;/cuando estés bien en la vía,/sin rumbo, desesperao;/ (…) Verás que todo el mentira,/verás que nada es amor,/ que al mundo nada le importa...”
En definitiva, no podríamos definirlo mejor que Ernesto Sábato en su libro Tango, discución y clave, cuando dice:
“Un napolitano que baila la tarantela lo hace para divertirse; el porteño que se baila un tango lo hace para meditar en su suerte o para redondear malos pensamientos sobre la estructura general de la existencia humana”.

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